iMAC 4K 2017, volviendola a disfrutar después de un upgrade

Hay algo que uno aprende con los años como fotógrafo:

la computadora no debería ser protagonista.

Debería estar ahí, en silencio, sosteniendo el trabajo sin pedir atención.

Eso es exactamente lo que me pasó con esta iMac 21” 4K de 2017 después de actualizarla. No la encendí para probar potencia ni para comparar números. La usé para lo único que me importa: editar mis fotos en Lightroom y Photoshop sin que nada me saque del proceso.

Antes del upgrade: cuando la edición se vuelve cansada

Al inicio estaba tal cual salió de fábrica: disco SATA de 1 TB y 8 GB de RAM. Funcionaba, sí. Pero editar se sentía pesado. No lento al punto de desesperar, pero lo suficiente como para romper la concentración. Importar fotos tomaba más de lo necesario. Moverme entre módulos en Lightroom tenía pequeñas pausas. Photoshop abría… pero siempre con esa sensación de “espera un poco”. Y editar fotos con pequeñas interrupciones es agotador. No te das cuenta al inicio, pero al final del día terminas más cansado de lo que deberías.

Decidir actualizarla fue un acto de fe (y de experiencia)

No fue un upgrade impulsivo. Fue más bien una intuición construida con años de editar imágenes y de trabajar en tecnología:

si la pantalla es buena y el sistema es estable, lo demás se puede mejorar.

Cambiar el disco por un SSD de 480 GB fue el primer paso. El impacto fue inmediato. La iMac dejó de dudar. Arrancaba rápido, las apps abrían sin pensar, los catálogos se sentían vivos.

Luego vino el salto clave para fotografía: pasar de 8 GB a 20 GB de RAM. (De hecho los 20Gb refieren a que le pude poner 16Gb+4Gb que eran los módulos de memoria que tenia disponible).

Ahí ocurrió algo importante: dejé de notar la computadora. Lightroom y Photoshop empezaron a convivir sin pelearse por recursos. Pude trabajar sesiones completas, ir y venir entre ajustes, abrir capas, exportar… sin sentir que tenía que “cuidar” al equipo.

Editar volvió a ser un espacio tranquilo

Con esta iMac, editar fotos volvió a ser algo íntimo. Me sentaba, abría Lightroom, conectaba con las imágenes y avanzaba. Sin ruido, sin ventiladores molestos, sin ventanas emergentes.

La pantalla Retina 4K de 21 pulgadas es perfecta para fotografía. No abruma, no cansa la vista, no te obliga a usar un monitor externo. Los detalles se ven claros, los colores se sienten consistentes y trabajar contraste, textura o pieles se vuelve natural.

Muchas veces pensé:

esta pantalla merece una experiencia fluida… y ahora la tiene.

macOS y por qué hace la diferencia cuando editas

Aquí hay algo que como fotógrafo valoro cada vez más: no tener que pensar en la computadora.

Con macOS no estoy instalando drivers, no estoy peleando con tarjetas gráficas, ni buscando por qué algo dejó de funcionar después de una actualización. No tengo que agregar hardware extra para que todo “ande bien”.

Simplemente:

  • conecto la cámara
  • abro Lightroom
  • edito

Ese ahorro de energía mental es enorme. Especialmente cuando editas muchas horas seguidas.

PC vs Mac, desde la experiencia real (no desde el papel)

En teoría, una PC puede parecer más barata. En la práctica, muchas veces no lo es.

Entre upgrades parciales, tarjetas adicionales, compatibilidades, drivers y tiempo perdido, el costo real se va sumando sin que te des cuenta.

Con esta iMac, el gasto fue claro y puntual. Y a cambio obtuve algo que valoro más que la potencia bruta: estabilidad y continuidad.

Para un fotógrafo, eso se traduce en más fotos editadas y menos frustración.

Características técnicas de mi iMac 21” 4K 2017

CaracterísticaDetalle
Pantalla21.5” Retina 4K (4096 × 2304)
ProcesadorIntel Core i5 (7ª generación)
GráficosRadeon Pro 555 / 560
Almacenamiento originalHDD SATA 1 TB
Almacenamiento actualSSD 480 GB
RAM original8 GB
RAM actual20 GB
Uso realEdición fotográfica
Software principalLightroom y Photoshop

Lo que me dejó esta iMac

Esta iMac no me hizo editar más rápido.

Me hizo editar mejor.

Me permitió trabajar sin apuro, sin fricción, sin pelear con la herramienta. Y eso, para alguien que disfruta el proceso tanto como el resultado, no tiene precio.

A veces no necesitas el último equipo.

Necesitas uno que te deje trabajar en paz.