Esta visita a Sillustani fue parte de un viaje programado, de esos que uno anota en la agenda casi como una obligación cuando pasa por Puno. Mediodía exacto, sol alto, cielo abierto. Nada de luz dorada ni dramatismos fáciles. Y aun así, —o quizá por eso mismo— el lugar se impone con una fuerza tranquila.
Las Chulpas de Sillustani no necesitan horarios especiales. Están ahí, desde hace siglos, mirando el mismo cielo del altiplano, soportando viento, lluvia y silencio. Uno llega, camina, y entiende rápido que no es un sitio para recorrer apurado.
¿Qué es Sillustani y qué son las chulpas?
Sillustani es un complejo arqueológico ubicado a pocos kilómetros de Puno, sobre una península que se adentra en la Laguna Umayo. El paisaje es abierto, casi desnudo, y eso hace que cualquier estructura de piedra destaque con una presencia monumental.
Las chulpas son torres funerarias construidas principalmente por la cultura Kolla, anteriores a los incas. En ellas se enterraba a personajes importantes —líderes, sacerdotes, autoridades— junto con ofrendas. Lo que sorprende no es solo su función, sino su construcción: bloques de piedra encajados con precisión, algunos pulidos, otros más rústicos, todos pensados para durar.
Algunas torres se elevan varios metros, otras están parcialmente derruidas. Pero incluso rotas conservan carácter. No son ruinas frágiles: son estructuras que todavía pesan, todavía imponen.
Fotografiar al mediodía: aceptar la luz
Las fotos fueron tomadas al mediodía, con el sol alto y sombras duras. Lejos de pelear con esa luz, decidí aceptarla. En Sillustani, la iluminación frontal resalta texturas: la porosidad de la piedra, las uniones, los colores terrosos que contrastan con el azul intenso del cielo.
Caminé sin buscar escenas forzadas. A veces una chulpa recortada contra las nubes, otras veces el lago apareciendo detrás, casi como un fondo silencioso. El espacio es amplio, y eso invita a trabajar con encuadres abiertos, dejando respirar el paisaje.
Un lente simple para un lugar inmenso
Todo el recorrido fue fotografiado con una Nikon D300s y el Nikon 18–55 mm. Un lente de kit, sí, pero ideal para este tipo de viaje. Ligero, versátil y suficiente para pasar de una toma amplia del lago a un detalle de piedra sin cambiar nada.
En un sitio así, cargar más equipo no suma. Sillustani pide caminar, detenerse, observar. El lente acompaña, no dirige.
Revelado: respetar la atmósfera
El procesado se hizo en Adobe Lightroom, manteniendo un criterio simple: no exagerar. Ajustes suaves de contraste y claridad, control de altas luces y colores reales. La intención fue conservar esa sensación del mediodía andino: luz fuerte, cielo limpio y una paleta dominada por ocres, azules y verdes apagados.
Nada dramático. Nada artificial. Solo reforzar lo que ya estaba ahí.
Sillustani se siente más que se explica
Más allá de la historia o la fotografía, Sillustani se vive caminándolo. El viento, el silencio, la escala del lugar. Uno se da cuenta de lo pequeño que es frente a estas construcciones pensadas para trascender generaciones.
Es un sitio que no abruma, pero sí deja huella. Y que, incluso bajo el sol del mediodía, demuestra que algunos paisajes no dependen de la hora perfecta, sino de la atención con la que se miran.
Datos de la toma
- Cámara: Nikon D300s
- Lente: Nikon 18–55 mm
- Revelado: Adobe Lightroom
- Ubicación: Sillustani, Puno – Perú













