Categoría: Fotografia

  • La Florida, Huaral: Antesala a las nubes y al desafío de Rúpac

    La Florida, Huaral: Antesala a las nubes y al desafío de Rúpac

    Marzo de 2011. Un viaje de esos que no se olvidan, no solo por las vistas, sino por las experiencias que quedan tatuadas en la memoria. Nos encontrábamos en La Florida, un pequeño pueblo en Huaral que muchos conocen como la antesala al mítico Rúpac, ese conjunto de ruinas preincaicas que algunos se atreven a llamar el Machu Picchu limeño.

    Este viaje lo hice junto a un grupo de amigos fotógrafos. Armados con nuestras cámaras y una buena dosis de entusiasmo, salimos en busca de paisajes únicos y cielos despejados. Yo llevaba conmigo mi fiel Nikon D80, con la que capturé retratos del pueblo, sus calles polvorientas, las casas de adobe y la tranquilidad que parece haberse detenido en el tiempo. La luz de marzo en la sierra baja es particular: dura y contrastada, pero perfecta para capturar texturas y profundidad.

    El inicio de una aventura vertical

    La Florida marca el inicio del camino hacia Rúpac. Desde allí, comienza una ruta de trekking que rápidamente gana altura y pone a prueba el físico de cualquiera. En ese entonces, no éramos precisamente expertos en caminatas de alta montaña. A pesar del entusiasmo y la emoción, subestimamos el desafío que se venía. La ruta, empinada y sin sombra, se hace sentir desde los primeros pasos.

    Con cada metro ascendido, la vista se expandía. Huaral se iba desdibujando en la bruma del valle, mientras las montañas se cerraban a nuestro alrededor. Sin embargo, el verdadero reto no era solo físico, sino también mental.

    Cuando el sol cae… y aún falta camino

    La falta de experiencia —y algo de planificación— nos jugó una mala pasada. La subida, que pensábamos completar con luz de día, nos sorprendió con el anochecer a mitad de camino. La oscuridad en la sierra es absoluta. Cada paso se volvía incierto y el silencio del entorno se interrumpía solo por nuestras respiraciones agitadas y las piedras sueltas bajo los pies.

    En ese momento entendí la importancia de la altura. No solo por el aire más escaso, sino por la inmensidad del paisaje que te hace sentir pequeño. La adrenalina de estar en medio de la nada, guiándonos solo con linternas improvisadas, nos unió como grupo. Fue una lección de humildad y respeto por la montaña.

    El descenso y la lluvia: doble desafío

    Tras una noche fría en la zona de campamento y algunas tomas nocturnas que intenté capturar a pulso con mi Nikon, al día siguiente emprendimos el retorno. Pero la montaña aún no nos dejaba ir sin otra prueba: la lluvia.

    No fue intensa, pero sí suficiente para convertir el camino en una mezcla de barro y piedras resbalosas. Bajamos con cuidado, usando bastones improvisados y tratando de no mirar demasiado abajo. La cámara, protegida entre capas de ropa y plástico, fue testigo de cada tropiezo y cada risa nerviosa.

    Reflexiones entre nubes

    Ese viaje a La Florida y Rúpac no solo me dejó fotografías. Me dejó la certeza de que las mejores aventuras muchas veces se dan fuera de lo planificado. Que los errores de cálculo se convierten en recuerdos imborrables, y que la fotografía no siempre es solo luz y técnica, sino también vivencia y emoción.

    Tomadas con Nikon D80, lente kit 18-55 procesadas con Nikon NX studio

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  • Canon G1 X vs Olympus E-520: entre compacta premium y DSLR liviana

    En la fotografía no todo es resolución ni velocidad. A veces, el alma de una cámara está en cómo se siente al usarla, en la forma en que traduce la luz en colores, o en lo fácil que es simplemente salir con ella al cuello sin planificar mucho.
    Eso es justo lo que me pasó con dos cámaras muy diferentes: la Canon PowerShot G1 X y la Olympus E-520.

    Ambas tienen sus años, ambas tienen personalidad, y lo mejor de todo… aún tienen mucho que dar.


    Canon G1 X: sensor grande, alma compacta

    La G1 X llegó como una rareza: una compacta con un sensor casi del tamaño APS-C. Con sus 14 MP en un sensor de 1.5” CMOS, esta cámara fue el intento de Canon por romper el molde de las compactas tradicionales.

    Y sí que lo logró.

    Es una cámara que entrega colores limpios, detalle nítido y un rango dinámico muy respetable. Su lente fijo 28–112 mm equivalente es más que suficiente para calle, retrato y hasta algo de paisaje. ¿Lo mejor? Está integrada, así que no tienes que preocuparte por cambiar nada. Es sacar, disparar y listo.

    Con un diseño robusto, controles accesibles y un visor óptico decente (aunque algo limitado), la G1 X es perfecta para quien quiere calidad DSLR sin cargar una DSLR.


    Olympus E-520: una DSLR para los que disfrutan el proceso

    La E-520 es una DSLR del tipo que ya no se hace: compacta, liviana y con esa calidad Olympus que se siente en los colores y en el tacto.

    Su sensor Four Thirds de 10 MP no compite en tamaño con el de la G1 X, pero es suficiente para obtener buenas tomas con los lentes adecuados. Personalmente, he usado el kit Zuiko 14-42 y también lentes manuales adaptados, y la cámara responde bien, especialmente en condiciones de luz controlada.

    Tiene algo que se valora mucho hoy: estabilización en el cuerpo, un buen visor óptico, y la libertad de jugar con cristales antiguos gracias a la montura Four Thirds.
    Y aunque el ISO se queda algo corto comparado con sensores más modernos, el color y el detalle en buenas condiciones siguen siendo encantadores.

    Comparativa directa: G1 X vs E-520

    CaracterísticaCanon G1 XOlympus E-520
    Sensor1.5” CMOS, 14 MPFour Thirds Live MOS, 10 MP
    ISO altoMuy usable hasta 1600Limitado a 400–800
    RAWFlexible y limpioMenor rango dinámico
    LenteFijo 28–112 mm f/2.8–5.8Intercambiables (Four Thirds)
    EstabilizaciónNoEn el cuerpo
    TamañoCompacta, robusta, discretaDSLR liviana
    FeelingUrbana, lista para todoMás control, más artesanal

    ¿Con cuál me quedo?

    Ambas son geniales, pero diferentes. La Canon G1 X es para el fotógrafo que quiere llevar una cámara lista para cualquier ocasión, sin comprometer calidad. Es la que metes en la mochila en un viaje corto, o con la que sales a caminar por la ciudad y vuelves con fotos que sorprenden.

    La Olympus E-520, en cambio, es para quienes disfrutan del proceso fotográfico: montar el lente, ajustar el enfoque, pensar la toma. Es más reflexiva, más pausada… pero también más creativa.

    Y como todo en la fotografía, no se trata de cuál es “mejor”, sino cuál te inspira más.

  • Canon G12 vs Olympus E-520: Dos formas distintas de disfrutar la fotografía

    Hay cámaras que te sorprenden por lo que hacen, y otras que simplemente te invitan a salir, sin pensar demasiado. La Canon G12 y la Olympus E-520 son dos clásicos que hoy parecen vivir una segunda juventud entre quienes buscamos ese “algo” especial más allá de los megapíxeles.

    He usado ambas. Y aunque cada una tiene sus fortalezas, lo cierto es que la experiencia con ellas es radicalmente distinta. Aquí te cuento cómo se sienten y por qué ambas merecen un espacio en la mochila… o en el corazón.


    La Canon G12: el encanto del CCD en formato de bolsillo

    La Canon G12 no fue pensada para competir con las DSLR. Pero en la práctica, y especialmente para quien sabe lo que busca, es una pequeña joya.

    Su sensor CCD de 10 megapíxeles ofrece ese look nostálgico que muchos fotógrafos extrañamos: colores más densos, negros profundos, y un contraste que te hace decir “wow” sin pasar por Lightroom.

    Es cierto, el sensor es pequeño (1/1.7”) y el ruido aparece rápido a partir de ISO 400, pero a cambio tienes una cámara robusta, compacta, con una lente versátil (28-140 mm equivalente), controles físicos que invitan a tomarte tu tiempo, y una ergonomía deliciosa. La puedes llevar en el bolsillo de la chaqueta o colgarla al cuello sin que te pese.

    Es la cámara que siempre te acompaña… y te premia por hacerlo.


    La Olympus E-520: una DSLR liviana que no te pone límites

    Por otro lado, la Olympus E-520 representa esa época en que las DSLR no eran tan pesadas ni tan pretenciosas. Sensor Cuatro tercios de 10 MP, estabilización en el cuerpo, y la posibilidad de usar toda la línea de lentes Zuiko, o incluso adaptarle cristales vintage.

    Lo primero que sientes al tomarla es que está hecha para durar. El grip es firme, los menús son simples, y el obturador suena con autoridad. Si tienes un buen lente (yo la he usado con el Zuiko 14-42 mm y también con el 40-150), las fotos tienen buen detalle y nitidez.

    Y si te gusta experimentar, esta cámara es una puerta abierta: puedes montar lentes manuales con adaptadores, usarla con flashes externos, y jugar con la exposición como en los viejos tiempos.


    Canon G12 vs Olympus E-520: cara a cara

    CaracterísticaCanon G12Olympus E-520
    Sensor1/1.7” CCD, 10 MPFour Thirds Live MOS, 10 MP
    ColorVibrante, nostálgicoNeutro, editable en RAW
    LenteFijo 28–140 mm equivalenteIntercambiables (Four Thirds)
    PortabilidadMuy compactaDSLR liviana
    ControlesRuedas físicas, muy intuitivaMenú DSLR, personalizable
    Estilo de usoCallejera, discreta, urbanaVersátil, controlada, técnica

    ¿Con cuál me quedo?

    Ambas tienen un lugar en mi estantería. La Canon G12 es esa cámara con la que sales a caminar sin rumbo, pero vuelves con fotos que cuentan historias. La Olympus E-520 es la que uso cuando quiero pensar, probar distintos lentes, y componer con calma.

    Son cámaras que no compiten, se complementan. Una es poesía urbana; la otra, estructura clásica.

    Y eso es lo bonito de la fotografía digital de esa época: no todo era “más megapíxeles”. A veces, lo que te hace quedarte con una cámara es simplemente cómo te hace sentir cuando la usas.

  • Luces y Suspiros: Barranco de Noche con la Nikon D80

    Luces y Suspiros: Barranco de Noche con la Nikon D80

    Hay algo especial en Barranco de noche. Ese aire bohemio que no se apaga, esas luces cálidas que parecen sacadas de un recuerdo, y ese silencio que solo se rompe con el clic del obturador. En una de esas noches decidí salir ligero, solo con mi fiel Nikon D80 y el clásico lente de kit 18-55mm. Nada más. Lo justo para capturar la esencia del lugar sin distraerme con el equipo.

    La caminata comenzó en la Biblioteca de Barranco, aquel dia de Noviembre de 2009, ese edificio elegante que siempre me pareció un tesoro escondido. Bajo la tenue iluminación pública, su fachada se volvía casi etérea. Jugué con las sombras, los reflejos y la composición, buscando destacar sus líneas coloniales sin perder el carácter íntimo del entorno.

    Seguí bajando hasta el famoso Puente de los Suspiros. Pocas veces lo había visto tan tranquilo. Sin turistas, sin apuro. Solo una pareja sentada en silencio y yo, tratando de capturar ese instante suspendido en el tiempo. Opté por una velocidad baja, trípode en mano, y aproveché el leve reflejo de las luces sobre el empedrado mojado para darle profundidad a la escena.

    La Nikon D80, a pesar de su edad, se portó como una campeona. Su sensor CCD sigue teniendo esa magia en las sombras y los colores nocturnos que muchas cámaras modernas han perdido. Sí, no es la mejor en ISO alto, pero cuando uno conoce su cámara, sabe hasta dónde puede empujarla sin romper la estética.

    De vuelta a casa, abrí las tomas en Lightroom. Solo necesité algunos ajustes suaves: levantar un poco las sombras, recuperar luces, y dejar que la atmósfera hablara por sí sola. No se trataba de perfección, sino de transmitir cómo se sentía Barranco esa noche: melancólico, sereno, lleno de historia y poesía.

    Fue una sesión sin expectativas técnicas, pero con mucha conexión emocional. A veces, salir con lo básico te recuerda por qué comenzaste a fotografiar.

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  • El Palacio de Justicia entre Lluvias: Fotografía Nocturna con la Nikon D100

    El Palacio de Justicia entre Lluvias: Fotografía Nocturna con la Nikon D100

    Esa noche, 17 de setiembre de 2009, Lima no prometía tregua. La lluvia caía con constancia sobre el asfalto, y muchos habrían pensado que era mejor dejar la cámara guardada. Pero cuando uno vive para la fotografía, sabe que la lluvia no apaga la inspiración: la transforma.

    Salí con mi (no tan) vieja en aquel momento y confiable Nikon D100, una cámara que hoy puede parecer modesta, pero que en su tiempo supo abrir caminos. La acompañaba un lente de kit Nikkor 18-55mm, nada lujoso, pero suficientemente versátil para lo que tenía en mente. El destino: el Palacio de Justicia, imponente incluso bajo el cielo gris de la noche limeña.

    El desafío era claro: capturar los detalles arquitectónicos bajo la tenue luz de las farolas, con el reflejo de la lluvia intensificando texturas y volúmenes. No era noche para largas exposiciones tranquilas. El viento y la humedad lo ponían todo en juego, desde la estabilidad del trípode hasta el estado de ánimo del fotógrafo.

    Para lograr una toma amplia sin perder definición, opté por una serie de fotografías verticales, cuidadosamente alineadas para luego componer una panorámica en Lightroom. El resultado fue casi mágico: columnas bañadas en agua, gárgolas de piedra que parecían respirar bajo la bruma, y ese halo amarillo de las luces antiguas dibujando siluetas en cada esquina del edificio.

    Editar en Adobe Lightroom fue como revivir cada segundo de esa noche. Levantar las sombras con sutileza, equilibrar el contraste sin perder esa atmósfera melancólica y lluviosa, y dejar que los tonos fríos de la piedra hablaran por sí solos. No quise exagerar. Solo resaltar lo que ya estaba allí: la majestuosidad del Palacio, el silencio de la noche y la lluvia como música de fondo.

    No fue una noche perfecta. Fue una noche real, cargada de agua, de frío, de esfuerzo… pero también de esa satisfacción única que se siente cuando sabes que atrapaste algo irrepetible con tu cámara.

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