Autor: nettix

  • Canon AE-1 vs Nikon F3: Dos clásicos de rollo que me enseñaron a ver distinto

    Hace varios años, cuando empecé a curiosear con cámaras de rollo, no imaginaba que terminaría atrapado por la magia de lo mecánico. Hoy, en un universo lleno de sensores digitales, pantallas táctiles y autofoco por inteligencia artificial, encontrarse con una cámara completamente manual es como volver a escribir a mano con una pluma fuente: tiene alma.

    Entre las primeras que pasaron por mis manos estuvieron dos joyas que muchos ya consideran de culto: la Canon AE-1 y la Nikon F3. Las dos me enseñaron más que cualquier tutorial de YouTube.


    El primer encuentro: Canon AE-1

    Recuerdo que la Canon AE-1 llegó a mí casi por casualidad. Me la ofrecieron en una feria de pulgas, junto con un lente 50mm f/1.8 que parecía haber sido guardado con cariño por años. Le puse pilas, la sostuve, miré por el visor, escuché el click metálico del obturador… y fue amor al primer disparo.

    Es una cámara ligera, intuitiva, pensada para el entusiasta que quiere empezar sin complicarse demasiado. Tenía prioridad al obturador, lo que me permitía concentrarme en el encuadre y dejar que la cámara manejara parte de la exposición. En pocos días ya estaba revelando mis primeros rollos.


    El paso a lo profesional: Nikon F3

    Después llegó la Nikon F3. Y ahí todo cambió. No porque la AE-1 no fuera buena, sino porque la F3 era otra liga. Sólida, pesada, con ese visor intercambiable que me hacía sentir como un fotógrafo de guerra de los 80. La conseguí en mercado libre, por recomendación de un colega que me dijo: “si te enamoraste del rollo, la F3 es el siguiente paso”.

    Tenía razón.

    La Nikon F3 es una cámara profesional, construida para durar décadas. El obturador suena distinto, más suave pero preciso. Tiene fotómetro electrónico con prioridad de apertura, aunque puedes usarla en full manual si te gusta tener todo el control. Lo más bonito es que acepta una cantidad increíble de lentes gracias a la montura F, muchos de los cuales todavía se fabrican hoy.


    Sensaciones, no solo especificaciones

    Podría hablarte de datos técnicos todo el día, pero lo que realmente importa es cómo se sienten.

    • La AE-1 me hace pensar usarla en paseos tranquilos, en capturar escenas cotidianas con una cámara que simplemente funciona. Es ideal para alguien que quiere empezar en lo analógico sin frustraciones.
    • La F3 es para cuando quieres perderte en el proceso: medir la luz, ajustar la apertura, enfocar con calma, disparar. Es una cámara que te hace pensar, pero también te premia con resultados espectaculares.

    ¿Con cuál me quedo?

    Si recién estás empezando y te llama la atención lo clásico, la Canon AE-1 es una excelente puerta de entrada. Es fácil de encontrar, muchas vienen con lentes incluidos, y es muy amigable.

    Si ya estás más metido en el mundo de la fotografía de película y quieres una compañera para rato, la Nikon F3 es una de las mejores inversiones que puedes hacer.

    Y si puedes tener ambas… mejor aún.


    Algunas fotos que tomé con cada una (te invito a que las explores en mis galerías)

    Galeria


    Palabras finales

    En este mundo de lo inmediato, donde todo se mide en megapíxeles y likes, estas cámaras nos recuerdan que la fotografía es tiempo, paciencia y mirada. No importa con cuál empieces, lo importante es salir a disparar.

    Si tienes una AE-1 o una F3 y quieres compartir tu experiencia, déjamelo en los comentarios. Me encanta leer las historias de quienes también encontraron algo especial en estas cámaras.

  • Nikon D200: La cámara con alma que regresó para conquistar la nostalgia digital

    Nikon D200: La cámara con alma que regresó para conquistar la nostalgia digital

    Hay algo mágico en disparar con una cámara antigua. No solo por el sonido mecánico del obturador o el cuerpo robusto que parece hecho para durar siglos, sino por la experiencia en sí. En los últimos años, mientras el mercado se inunda de cámaras sin espejo y sensores hiperprocesados, un grupo cada vez más grande de fotógrafos estamos mirando hacia atrás. Y ahí es donde la Nikon D200 brilla como nunca.

    Porque sí, el CCD está de vuelta. Y no es por moda: es por carácter.


    El CCD que enamora (otra vez)

    La Nikon D200 fue lanzada en 2005 con un sensor CCD de 10.2 MP que, en su momento, pasó un poco desapercibido. Pero ahora, en 2025, es justamente ese sensor el que la ha convertido en una cámara de culto.

    El color que entrega es simplemente distinto. No perfecto, no clínico, no estéril. Es… humano. Los tonos de piel, los cielos, las sombras profundas. Hay algo en esas imágenes que se sienten más cercanas, más fotográficas y menos digitales.

    Hoy, muchos buscamos esa «imperfección con personalidad». Y la D200 la tiene de sobra.


    Hecha como un tanque

    ¿Sabes qué es lo primero que notas al tomar una D200 en las manos? Que pesa. Y no en el mal sentido. Es un peso que transmite seguridad. Está construida en aleación de magnesio, sellada contra el polvo y las salpicaduras. Esta cámara fue diseñada para fotógrafos que salen a la calle, al bosque o a la lluvia sin miedo.

    Nada de cuerpos de plástico que crujen. Aquí hay firmeza. El grip profundo se ajusta perfecto a la mano, como si Nikon supiera que pasarías horas disparando con ella.

    Y puede caerse. Puede golpearse. Puede sobrevivir más de lo que uno espera de un equipo de hace casi 20 años.


    Compatibilidad con lentes clásicos: el tesoro oculto

    Uno de los mayores placeres de usar la D200 es redescubrir los lentes AF-D y AF clásicos de Nikon. Esta cámara mantiene autofoco y medición de luz con muchas ópticas antiguas que hoy puedes conseguir a precios ridículamente buenos.

    Yo, por ejemplo, la uso con un Nikkor 50mm f/1.8D que cuesta menos de lo que pagarías por un filtro ND. Y los resultados son espectaculares. Nitidez con carácter, bokeh suave, y esa microcontraste que hace que una foto se sienta viva.

    En resumen: si tienes lentes Nikon antiguos, la D200 es una excusa perfecta para volver a usarlos.


    ¿Cómo se compara con cámaras modernas?

    Claro, no tiene Wi-Fi, ni video 4K, ni ISO 25600. Pero… ¿realmente necesitas todo eso para capturar una buena foto?

    Las cámaras modernas tienen de todo, pero muchas veces te desconectan del acto de fotografiar. Con la D200, todo es manual, táctil, mecánico. Cada botón está ahí por una razón. No necesitas entrar al menú para cambiar la ISO. No necesitas pantallas táctiles. Necesitas mirar, pensar y disparar.

    CaracterísticaNikon D200Mirrorless actual de gama media
    SensorCCD 10.2 MPCMOS 24+ MP
    CuerpoAleación de magnesioPlástico o aleación ligera
    ControlesBotones físicos dedicadosPrincipalmente en pantalla
    VideoNo4K/8K (¿pero lo usas?)
    Precio en 2025$100–150 USDDesde $600 USD en adelante
    Lentes antiguos100% compatiblesCompatibles solo con adaptadores

    ¿Para quién es la D200 hoy?

    • Para quien quiere reconectar con la fotografía como arte, no como tecnología.
    • Para los que disfrutamos del color directo de cámara sin pasar por Lightroom.
    • Para quienes queremos algo retro, usable y resistente.
    • Para los que buscamos una cámara seria, sin pagar miles.

    ¿Y el resultado? Fotos con alma.

    Las imágenes que salen de esta cámara tienen algo que muchos extrañábamos. No es solo nostalgia. Es una respuesta directa a lo artificial de muchos filtros, a los colores planos de los sensores modernos.

    Con buena luz y un buen lente, la D200 puede competir con cualquier cámara actual. No en resolución, pero sí en lo más importante: cómo se siente mirar esa imagen después.


    Enlaces recomendados dentro del blog:


    Conclusión

    La Nikon D200 no es solo una cámara olvidada. Es una herramienta sólida, expresiva y con carácter, que resiste el paso del tiempo y sigue inspirando. En un mundo donde todo se vuelve desechable, la D200 es una rebelde con historia.

    Y en 2025, eso es más valioso que nunca.

  • Cómo estoy usando adaptadores CF a SD para revivir mis cámaras DSLR antiguas

    Te soy sincero: me cuesta desprenderme de mis cámaras. No porque tengan algún valor sentimental raro, sino porque todavía toman buenas fotos. Tengo un par de DSLR antiguas que siguen firmes, pero había un problemita: usan tarjetas CompactFlash (CF), esas cuadradas que hoy en día son un dolor de cabeza para conseguir.

    No solo están escasas, sino que algunas vienen falladas, otras cuestan como si fueran de oro, y al final terminas guardando la cámara por flojera. Pero hace poco descubrí unos adaptadores CF a SD y, honestamente, me han salvado.

    ¿Qué son estos adaptadores?

    Básicamente, son adaptadores con forma de tarjeta CF, pero con una ranura para tarjetas SD (o microSD con adaptador). Los metes en la cámara tal cual, y esta piensa que le has puesto una CF de toda la vida, cuando en realidad estás usando una SD que puedes comprar en cualquier esquina del centro o en línea por cuatro soles.

    ¿Funcionan bien? ¿O es otra estafa más de internet?

    Funcionan bastante bien. Los he probado en mis Olympus e-520, Nikon D300s y una Nikon D200, y las tres, reconocieron la tarjeta sin chistar. Obviamente no todos los adaptadores son iguales —los más baratos a veces fallan o son lentos—, pero si compras uno decente y usas una SD de buena marca, te va a ir bien.

    Incluso he podido usar tarjetas SDHC de 16GB y SDXC de 32GB sin problemas. La cámara no se entera de nada.

    ¿Qué ganas con esto?

    • Disponibilidad: las SD están por todos lados.
    • Precio: son más baratas que un almuerzo en Miraflores.
    • Capacidad: puedes usar 32, 64 o hasta 128GB si tu cámara lo aguanta.
    • Velocidad decente: para RAW, JPG y ráfagas moderadas, sin drama.

    Pero no todo es perfecto

    Hay que decirlo. No esperes velocidades de tarjeta CF profesional. Si vas a hacer ráfagas eternas o grabar video en alta resolución, puede que se quede corta. Además, algunas cámaras antiguas no aceptan tarjetas muy grandes. Pero para fotos normales, de calle, retratos, incluso eventos tranquilos, va perfecto.

    Entonces, ¿vale la pena?

    Para mí, sí. Totalmente. Por menos de lo que cuesta una CF usada (y dudosa), puedes conseguir un buen adaptador y un par de SD confiables. Y listo, tu cámara vuelve a la vida como si nada. Te juro que desde que los tengo, he vuelto a sacar mis cámaras viejas sin miedo.


    Conclusión

    Si tienes una DSLR antigua en el fondo del cajón, dale una segunda oportunidad. Estos adaptadores CF a SD son una solución sencilla y barata que funciona. En mi caso, fue la excusa perfecta para volver a disparar con equipos que ya no hacen falta explicar: simplemente siguen siendo buenos.

  • CMOS vs CCD: el alma perdida de la fotografía digital

    O por qué a veces prefiero disparar lento y sin prisa

    Vivimos en una era donde la fotografía digital es todo eficiencia: sensores cada vez más rápidos, más limpios, más listos para redes sociales que para la contemplación. Pero si alguna vez disparaste con una cámara vieja, de esas con sensor CCD, tal vez entiendes lo que se siente volver atrás. No por nostalgia barata, sino porque esas imágenes tienen algo distinto. Algo que los sensores modernos, por más perfectos que sean, no logran replicar del todo.

    CCD: imperfección con carácter

    Los sensores CCD (Charge-Coupled Device) fueron los reyes durante los primeros años de la fotografía digital seria. Colores más profundos, una textura que roza lo cinematográfico, y un ruido que no molesta, sino que acompaña. No eran rápidos ni eficientes. Pero sí eran fieles. El archivo que te daban tenía alma.

    Hoy muchos los redescubrimos. No porque sean mejores técnicamente, sino porque el resultado tiene personalidad. Y en un mundo de sensores limpios y algoritmos que corrigen todo, eso vale mucho.

    CMOS: todo en uno, pero ¿a qué costo?

    Los sensores CMOS (Complementary Metal-Oxide Semiconductor) ganaron la carrera. Más baratos, más rápidos, con menor consumo de energía. Integran todo: enfoque, procesado, reducción de ruido. Son una maravilla técnica. Pero esa maravilla a veces se siente… vacía.

    No todos, claro. Hay sensores CMOS que entregan archivos brutales. Pero muchos, sobre todo en gamas medias o móviles, priorizan el “look perfecto” antes que el carácter. Y si estás buscando una estética más cruda, más real, más parecida a cómo recordás las cosas… ahí es donde el CCD todavía gana.

    Live MOS y otros híbridos

    Los sensores Live MOS son una especie de mezcla: tienen base CMOS pero están optimizados para cámaras sin espejo, como las Olympus o Panasonic Micro 4/3. Rinden bien, y algunos tienen bastante buena interpretación del color, pero en términos de “look nostálgico”, se sienten más modernos que clásicos.

    ¿Por qué volví al CCD?

    No es solo por los colores. Ni por el grano. Es porque me obliga a ir más lento. A pensar el encuadre. A aceptar las limitaciones. Quizás quienes seguimos usando cámaras con CCD no buscamos la foto perfecta, sino una experiencia distinta. Una forma de desconectarnos de nuestros quehaceres diarios.

    Yo, por ejemplo, no tengo prisa. Disparar con una cámara antigua me baja las revoluciones. Me saca del piloto automático. No hay pantalla táctil, ni ráfagas de 20 fps, ni RAWs de 50 MB que después tengo que procesar. Solo mirar, encuadrar y disparar. Como antes.

    Conclusión

    Entre CMOS y CCD no hay un “mejor”. Hay sensaciones distintas. Uno te da precisión, el otro emoción. Uno te deja publicar al instante, el otro te invita a quedarte en la foto un rato más.

    Y a veces, eso es justo lo que hace falta.

  • Olympus E-520: Review de una DSLR vintage con alma y carácter

    Olympus E-520: Review de una DSLR vintage con alma y carácter

    En un mundo dominado por cámaras sin espejo y sensores full-frame, hablar de una DSLR de hace más de una década puede parecer un ejercicio nostálgico. Pero la Olympus E-520 no es solo una reliquia: es una herramienta que todavía puede dar resultados interesantes si sabés lo que estás buscando.

    La tengo en mis manos desde hace poco, de hecho desde hace un par de semanas, la vi en Facebook Marketplace y no me resistí a comprarla y esto es lo que encontré.


    Diseño y ergonomía

    La E-520 es compacta para ser una DSLR. A diferencia de otros modelos de su época, no se siente como un ladrillo. El agarre es firme y cómodo, y los botones están bien ubicados. Tiene un aire robusto, sin llegar a ser pesada. El visor es óptico, claro, y si vienes de una mirrorless puede parecerte chico, pero cumple su función sin problemas.


    Resistencia y durabilidad: ideal para llevar a todos lados

    Una de las cosas que más valoro de esta cámara es lo bien que aguanta el uso real. La Olympus E-520 está bien construida, con un cuerpo que, aunque no es sellado contra clima extremo, soporta muy bien el desgaste diario y los traslados constantes. La pienso usar en viajes por ciudad, o por el internor de mi querido Perú, campo, Andes y posiblemente amazonia. No tiene partes móviles frágiles ni botones flojos, y el obturador sigue funcionando como el primer día. Es una cámara que puedes meter en la mochila sin miedo. No es delicada ni necesita cuidados especiales más allá de lo básico.


    Sensor y calidad de imagen

    Estamos hablando de un sensor Live MOS de 10 megapíxeles en formato 4/3. Suena limitado hoy en día, pero si disparas en buenas condiciones de luz, el resultado es más que decente. Los colores tienen ese clásico look Olympus: tonos cálidos, con buen contraste.

    A ISO 100-400 se comporta bien. A partir de ahí, el ruido aparece y no es tan agradable. Esta no es una cámara para usar de noche sin trípode.


    El look “CCD”: Colores con alma

    Aunque técnicamente no usa un sensor CCD sino un Live MOS, la E-520 ofrece una estética que muchos asociamos con la era de los CCD. Las fotos tienen una tonalidad más natural, colores menos procesados y una textura más orgánica. Los rojos y azules, en particular, se ven intensos sin llegar a parecer artificiales. No es esa nitidez clínica de las cámaras modernas, sino algo más suave, más atmosférico.

    La desventaja es que en condiciones de poca luz, el sensor no levanta bien los ISO altos y el rango dinámico es limitado. Para mi caso especifico, no la pienso usar en situaciones de poca luz. Pero si haces foto con buena luz y mides bien la exposición, las imágenes que salen de esta cámara tienen un carácter único que se pierde en muchos sensores actuales.


    Sistema de enfoque

    Tiene un sistema de enfoque por detección de fase con 3 puntos cruzados. No es veloz, pero si haces fotografía tranquila –paisaje, retrato, objetos estáticos–, es más que suficiente. El Live View, aunque lento comparado con lo actual, fue innovador en su momento.

    La semana pasada hice un viaje a Paracas, y estuve en un evento de kitesurf, si bien no es el mas rápido, puedes componer y recomponer y tirar ráfaga de tiros. En este articulo lo comento y verán los resultados.


    Estabilización y extras

    Un punto fuerte de la E-520 es su estabilización en el cuerpo, algo que incluso muchas cámaras actuales no ofrecen. Esto te da ventaja con lentes antiguos o manuales. Además, el sistema Olympus de reducción de polvo funciona bien: el sensor se mantiene limpio incluso en condiciones donde otras cámaras fallan.


    Batería: Resistente como tanque

    La Olympus E-520 usa una batería BLS-1 de ion de litio, y aunque ya tiene sus años, sigue rindiendo bien. En mis pruebas, saqué más de 400 disparos con una sola carga, usando el visor óptico y sin abusar del Live View (que consume bastante más). No tiene carga por USB, pero el cargador original es confiable. Con una batería extra, estás cubierto para todo el día.


    Memorias: CompactFlash + xD

    Acá se nota la época. La E-520 guarda las fotos en tarjetas CompactFlash o xD-Picture Card. Las CF todavía se consiguen y son bastante estables. Las xD, en cambio, son lentas y caras para lo que ofrecen. Lo recomendable es usar CF de 4 a 8 GB, que es más que suficiente si disparás en JPEG o RAW moderado. No es lo más moderno, pero funciona sin dramas.

    En este articulo te hablo de los nuevos adaptadores CF y como te pueden ayudar


    Lentes incluidos: Sorprenden por su calidad

    La mayoría de los kits de la Olympus E-520 venían con dos lentes Zuiko que, a pesar de ser básicos, rinden muy bien:

    • Zuiko Digital 14-42mm f/3.5-5.6: este lente cubre el rango estándar equivalente a un 28-84mm en full frame. Es liviano, nítido y muy versátil. Ideal para calle, retrato, viajes o fotos del día a día, es decir, el caso en el que planeo usarlo. No tiene una apertura rápida, pero en condiciones de buena luz se comporta de forma excelente. El enfoque es suave y bastante preciso.
    • Zuiko Digital 40-150mm f/4-5.6: este teleobjetivo compacto equivale a un 80-300mm. Es sorprendentemente liviano, lo que lo hace ideal para llevarlo a cualquier lado. Sirve muy bien para fotografía de naturaleza, eventos deportivos o retratos con fondo desenfocado. Tiene buena nitidez en todo el rango y, junto con la estabilización del cuerpo, da resultados más que decentes incluso a mano alzada. En mi articulo sobre kitesurf te muestro los resultados.

    Ambos lentes están construidos mayormente en plástico, pero no se sienten frágiles. Y lo mejor: son livianos y fáciles de transportar. Para alguien que empieza o que busca un equipo económico y funcional, este combo es una gran puerta de entrada. O para los que no queremos equipos voluminosos, vengo de usar Nikon D300s, Nikon D2x con lentes 80-200 f/2.8 y aparte de ser voluminoso pesa al caminar.


    Conclusión

    La Olympus E-520 no compite con las cámaras actuales en especificaciones, pero tiene carácter. Es una cámara ideal para quienes disfrutan del proceso, para aprender fotografía sin distracciones, o como segundo cuerpo barato que todavía entrega buenos resultados. Si encontrás una en buen estado y con los dos lentes originales, es una combinación que todavía tiene mucho para ofrecer.

    Y si te gusta viajar con poco peso pero quieres una cámara confiable que tenga un look distinto, esta Olympus puede sorprenderte.

    Algunas de mis fotos aquí, tomadas en Paracas, Peru


    Kitesurf en Paracas: viento, luz y ráfagas con la Olympus E-520

    Paracas no decepciona. El viento sopla parejo casi todo el año, y cuando cae la tarde, la luz se pone alucinante.