Etiqueta: nostalgia fotográfica

  • Barranco en invierno: una mañana en Fuji Superia 400 con Minolta X-700

    Barranco en invierno: una mañana en Fuji Superia 400 con Minolta X-700

    Aquella mañana de invierno de 2009 salí a descubrir Barranco con mi Minolta X-700, cargada con un rollo de película Fuji Superia ISO 400. El aire gris limeño mezclado con la bruma costera creó la atmósfera perfecta para explorar la arquitectura colorida y los rincones tranquilos del barrio. Usé el 50 mm f/1.7 de kit para abrazar escenas completas y el tele 150 mm Rokkor para aislar detalles que a menudo pasan desapercibidos.


    Equpo y película

    • Cámara: Minolta X-700, reconocida por su exposición fiable y tacto suave en el disparador.
    • Lentes:
      • Minolta MD 50 mm f/1.7 (kit): ideal para capturar composiciones amplias con un bokeh cremoso.
      • Minolta MD 150 mm f/4 Rokkor Zoom: perfecto para comprimir perspectiva y resaltar texturas.
    • Película: Fuji Superia 400, con su grano suave, saturación moderada y excelente latitud de exposición en condiciones de luz difusa.

    Tonalidades y grano de invierno

    La paleta de la Superia 400 realza los amarillos mostaza de las fachadas, los verdes musgo de los eucaliptos y los rojos terrosos de los balcones. Bajo el cielo encapotado, los colores se apagan solo lo justo para transmitir esa melancolía invernal. El grano fino crea una atmósfera casi táctil: cada muro rugoso, cada adoquín húmedo cobra vida al revelarse en la emulsión.


    Arquitectura y detalles barranquinos

    1. Ventanas y rejas: Con el 150 mm capturé la filigrana de hierro forjado en antiguos balcones y puertas, cada curva y arabesco destacando contra muros amarillos y bermellones.
    2. Cafés históricos: El letrero “SANTOS” sobre madera pulida y el balcón de “El Delfín – Café y Espíritusosos” cobran un aire digno de postal vintage, gracias a los contrastes suaves de la película.
    3. Faroles y bancos: Los faroles de hierro forjado, con sus globos opacos buscando iluminar la mañana gris, y los bancos del malecón, listos para albergarnos en una charla silenciosa, se convierten en sujetos perfectos para el 50 mm abierto a f/1.7.

    Tranquilidad matinal y grafitis poéticos

    La mañana avanzaba sin prisas. Grupos de fotógrafos aficionados se detenían en cada esquina, contemplando el Puente de los Suspiros y sus tablones rojos. En una pared agrietada, un pequeño mosaico rezaba “ESTOY VIENDO” —un guiño literal a nuestra salida fotográfica— mientras murales tribales y totems urbanos apuntaban el camino hacia la Costa Verde.


    Descenso a la Costa Verde

    La bruma se hacía más densa al bajar las escalinatas hasta la playa. El 150 mm se centró en los guijarros pulidos por las olas, revelando colores ocres, grises y toques cerúleos en cada piedra. El corredor de madera con postes rojos y techumbre oscura, suspendido sobre el acantilado, marcaba el final de la ruta urbana y el comienzo del horizonte marino.


    Epílogo: aquellos fotogramas son un testigo íntimo de un invierno limeño. La combinación de Fuji Superia 400, el grano característico de la película y la nitidez de la Minolta X-700 creó un diario visual donde el color, la arquitectura y la calma matinal se funden en una sola estampa de Barranco.

  • Epson Perfection 4490 Photo: El escáner que me acompañó a revelar mi archivo analógico

    Epson Perfection 4490 Photo: El escáner que me acompañó a revelar mi archivo analógico

    Corría el año 2007 y la fotografía digital ya estaba bien instalada en la vida cotidiana. Sin embargo, para los que crecimos entre rollos de 35mm, aún quedaba ese lazo invisible —y emocional— con el negativo. Fue en ese contexto que fui a la oficina de Epson en Lima, y compré el Epson Perfection 4490 Photo, un escáner plano que, a simple vista, no parecía gran cosa… pero que terminó convirtiéndose en uno de los pilares silenciosos de mi flujo de trabajo fotográfico por casi una década.

    Un escáner con alma

    No exagero cuando digo que este escáner escaneó una parte importante de mi vida. Durante esos años, pasaron por su cama de cristal cientos, o casi miles, de negativos de 35mm que revelaba en casa, o que me traían de los laboratorios, de cuando recién revelaba mis fotos, hechas con mis cámaras analógicas, con esa mágica franja de plástico enrollada dentro de un sobre. Blanco y negro, color, películas vencidas, retratos improvisados y paisajes de viajes… Todo lo digitalicé con el 4490.

    Me gustaba su ritmo pausado, casi como si el escáner entendiera que estaba capturando algo más que imágenes: estaba rescatando recuerdos.

    Características técnicas del Epson Perfection 4490

    Aunque hoy en día muchos escáneres parecen tener “más megapíxeles que sentido”, el Epson 4490 Photo se destacaba por lo que ofrecía en su tiempo:

    • Resolución óptica: 4800 x 9600 dpi
    • Profundidad de color: 48 bits de entrada y salida
    • Digital ICE: Corrección automática de polvo y arañazos en negativos
    • Soporte para transparencias: Escaneaba tiras de negativos y diapositivas de 35mm y formato medio (hasta 6x12cm)
    • Conexión: USB 2.0
    • Compatibilidad: Windows y macOS (aunque los drivers con el tiempo se volvieron escasos)

    Su calidad de escaneo me permitía ampliar mis fotos sin perder detalle, y aunque hoy en día existen escáneres con mayor resolución, la fidelidad de los colores y la textura que capturaba este modelo eran especiales. Tenía carácter.

    Una despedida con sabor a gratitud

    Lo usé hasta el año 2015, cuando decidí venderlo a alguien que también valoraba los negativos. Fue una decisión difícil, casi como dejar ir una cámara que te ha acompañado por años. Pero a veces los equipos necesitan seguir su camino, como los libros que se prestan o los vinilos que se regalan.

    Aún hoy, cuando reviso mis archivos escaneados con el Epson 4490, siento que no ha perdido vigencia. Las imágenes tienen ese grano suave, ese contraste natural, esa vida que uno no encuentra en los JPG nacidos directamente de un sensor digital.

    ¿Lo volvería a comprar?

    Sin dudarlo. Aunque el modelo ya está descontinuado, si volviera al mercado con soporte actualizado y materiales modernos, lo tendría nuevamente en mi escritorio. O mejor aún, si me cruzo con uno usado en buen estado, probablemente no me resistiría.

    Porque más allá de sus especificaciones, el Epson Perfection 4490 fue un compañero fiel de mi época analógica-digital. Y en este mundo acelerado donde todo es efímero, tener un equipo que escanea con paciencia y fidelidad… es casi un lujo.